Guillermo Jaime es uno de los emprendedores sociales más reconocidos de México y América Latina.
En 2009 fundó Mejoramiento Integral Asistido (MIA), una empresa que hace posible que familias de bajos recursos y que viven en zonas rurales puedan acceder a una vivienda digna y así mejorar su calidad de vida.
Bajo su innovador modelo de negocios, se organiza a los miembros de las comunidades en grupos de trabajo de 25 personas, que reciben asesoramiento y capacitación, y que se encargan de la construcción de las casas. Además de tener un impacto social, la empresa obtiene fondos y genera utilidades a partir del volumen de la operación y de un esquema de financiamiento mixto, en el que participan el gobierno y el sector privado.
MIA ha hecho posible la construcción de más de 30,000 viviendas. Y su caso ha sido estudiado por el Ipade Business School (y próximamente por Harvard).
Grupo Mia, YouTube.
Guillermo Jaime, que es parte del grupo de emprendedores acelerados por Endeavor México, también ha hecho inversiones de capital semilla en dos startups: Vitaluz, que instala sistemas prepagos de electricidad generada por energía solar; y EcoFiltro, que fabrica purificadores de agua de la llave o de captación pluvial, hechos con materiales naturales.
El emprendedor acaba de publicar su primer libro, Capitalismo social. La conexión entre la riqueza y la base de la pirámide.
Y aproveché para entrevistarlo durante su presentación, para hablar de las oportunidades y los retos de los emprendimientos sociales.
Guillermo arranca con una frase optimista: “Mi mensaje para los emprendedores es: seamos atrevidos, soñadores y persistentes”.
Es una oportunidad gigante, y además es un gran momento para desarrollar este tipo de proyectos. En el mundo hay 4,000 millones de personas que ganan menos de US$10 dólares al día. Y que pagan más por vivienda, educación y servicios básicos. En México, el 50% de la población es pobre, y una parte importante son “remeseros” (personas que reciben remesas de sus familiares del exterior). Está claro que la ayuda del gobierno y la filantropía ya no son suficientes.
Necesitamos migrar a un modelo de inversión social que multiplique el impacto. Con un modelo ganar-ganar, en el que haya un balance entre el beneficio para la gente y la rentabilidad del negocio.
Hay que trabajar con el gobierno como aliado, pero decirle adiós al fondo perdido. Y claro, hay que escalar esos emprendimientos, porque la pobreza crece a mayor velocidad que la generación de riqueza.
El primer paso es definir en qué somos mejores, elegir “nuestra portería”. Y enfocarnos en eso, no importa si al principio fallamos. En mi caso, descubrí que lo que realmente hacía bien era comunicarme con la base de la pirámide, lo de menos era construir casas.
Además, los emprendedores sociales tienen una gran pasión y muchos deseos de ayudar… Pero en general el plan de negocios tiembla. Tienes que trabajar mucho en eso, definir tu ventaja competitiva, analizar bien los números y diversificar el riesgo. Porque en este sector el costo de oportunidad es alto y los riesgos son muchos.
Otro punto importante es que le tenemos miedo a crecer. Como digo en mi libro, “hay que soltar el morral y tomar el portafolio”.
Hay que ganar dinero, generar empleo y pagar impuestos. Innovar de forma permanente. Y no olvidar que empresa que no crece, desaparece.
Por último, la operación del negocio tiene que ser impecable. Eso nos va a permitir incrementar los recursos y crecer. Está claro que tenemos que tener la empresa bajo control, estar presentes en el día a día para poder ejecutar la estrategia. Pero muchos emprendedores tienen más premios o reconocimientos que dinero en la cuenta. Eso es un problema.
En fortalecer nuestra cultura empresarial. Es un elemento imprescindible para que una compañía permanezca en el tiempo, para que deje un legado a través de las generaciones. Y para eso, hay que trabajar en formar equipos comprometidos, necesitamos sumar gente con valores e iniciativa y ser capaces de retenerla.
Como emprendedores, tenemos que tener siempre presente cuál es nuestra misión, nuestro único objetivo no puede ser hacer dinero.
Pero cuando una empresa empieza a generar rentabilidad, generalmente se empiezan a mezclar las cosas y se pierde el rumbo.
Laura ⭐
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